Hace frío, pero ella está sudando. Penetra el frío en la pequeña habitación de su buhardilla —vistas a la sierra, centro de la ciudad. 30 metros cuadrados suficientes para sus necesidades— a través de la ventana. La abrió media hora antes, con urgencia. Aire. Aire para refrescar sus pulmones, para despejar su mente. Sentada en Leer más...