Fin de la Segunda Guerra Mundial

Tal día como hoy de 1945 finalizó la Segunda Guerra Mundial de manera oficial, que fue el día que se firmó la rendición de Japón después de los dos sopapos nucleares recibidos en agosto, entre otras lindezas. Aunque, en realidad, lo que acontecido hoy no fue más que un acto protocolario de esos que quedan tan bonitos luego en los libros de historia y tal; que los japoneses ya enviaron a los americanos una primera oferta de rendición el 10 de agosto de 1945, al día siguiente de lo de Nagasaki -y sus 74.000 muertos y más de 75.000 heridos a consecuencia de la bomba lanzada por los americanos. Más los que vendrían después por culpa de la radiación, etcétera-. Vamos al lío.

Desde el 10 de agosto, decía, japoneses y americanos se dedicaron a negociar los términos de la rendición de los primeros ante los segundos toda vez que la cosa ya estaba más que controlada en Europa. Es decir, que listos de papeles los japoneses, que se diera por concluida esa locura que comenzó cinco años antes por culpa de un cabo alemán que estaba más para allá que para acá era cuestión de días, si acaso semanas. Y lo que Japón pidió aquel 10 de agosto a través del diplomático suizo Max Grässli, en oferta enviada al secretario de Estado norteamericano James F. Byrnes, era “el cese sin demora de las hostilidades” para «salvar a la humanidad de las calamidades que supondría una continuación de la guerra». Y subrayando en dicha oferta la voluntad de «su Majestad el emperador -Hirohito- de apoyar la causa de la paz mundial». Y si eso no fuera suficiente, el Gobierno nipón se declaró dispuesto a aceptar los términos de las conclusiones de la reunión celebrada en Postdam (Alemania) el 26 de julio de 1945; siempre y cuando -recalcaron los japos. Algo de dignidad les debía de quedar-, dicha declaración no comprometiera ninguna demanda que perjudicara las prerrogativas de Hirohito como dirigente soberano.

Total, que japoneses y americanos se pusieron de acuerdo en cinco días, y para el día 15 el asunto ya estaba más que resuelto; e incluso el mismo Hirohito anunció a su pueblo la buena nueva ese mismo día. No obstante, se esperó al 2 de septiembre para hacerlo de manera oficial. Ese día, a bordo del USS Missouri, fondeado en la bahía de Tokio, el ministro de Exteriores nipón, Mamoru Shigemitsu, se encargó de rubricar la rendición del país en nombre del emperador Hirohito ante la presencia del general Douglas MacArthur. Y todo eso retransmitido por radio.

Así acabó la Segunda Guerra Mundial… Menos para Hiroo Onoda, que estuvo pegando tiros contra todo lo que se movía a su alrededor, ya fueran americanos, filipinos -le tocó lugar en la isla de Lubang, donde resistió hasta 1975- o el Sursum corda quienes se le acercaran.

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