Tres detalles:
#TalDiaComoHoy de 1578
Calle Almudena de Madrid
Asesinato de Juan Escobedo
¿Vemos ya por dónde va la cosa? Vamos con ella.
A Juan de Escobedo le dieron pasaporte este día de 1578. Le tocaba sí o sí después de que quien le tenía entre ceja y ceja lo intentara en tres ocasiones anteriores. Así que a la tercera no fue a la vencida, sino a la cuarta. Con nocturnidad y alevosía. Nocturnidad, porque apenas alguna antorcha iluminaba la calle malamente tra tra; y con alevosía, porque -dicen- quien ordenó su asesinato no podía verlo ni en pintura.
Resulta que el tal Escobedo era secretario y mano derecha de don Juan de Austria, hermano de Felipe II y héroe de la ocasión más alta que vieron los siglos pasados ni verán los venideros, como dijo uno que acabó no muy allá de aquello. Luego le fue mejor escribiendo, pero esa es otra historia. Quien lo puso ahí fue Antonio Pérez, secretario del rey, con la idea de atar en corto a su hermano, que por entonces andaba por Flandes intentando hacerse con un asunto más chungo que lo de Enríquez Negreira, que ya es.
Parece ser que don Juan de Austria ganaba en las distancias cortas. ¿Qué paso? Por resumir, se cuenta que Escobedo dejó de chivar a Pérez los movimientos del otro. Pero lo peor no fue eso, sino que también se cuenta que Escobedo, conocedor de que Pérez tenía por costumbre poner una mano por la espalda para que lo untaran a base de bien sin que ni Dios se enterara de sus asuntos, le exigió qué hay de lo mío si no queréis que cante hasta las nanas de mi niñez; y también que lo suyo con Ana de Mendoza de la Cerda, princesa de Éboli y viuda de Rui Gómez, amigo y consejero del rey, era algo más que palabras. Y, claro, se montó la de Dios.
Antonio Pérez le fue a Felipe II con el cuento de que don Juan de Austria se lo quería quitar de en medio para ser él el rey; que el asunto lo estaban tramando él y su secretario y que, incluso, ya habrían hablado con su santidad Gregorio XIII y hasta con el duque de Guisa. Francés, para qué contar más. “Que querían venir a ganar a España y echar a su majestad”. Con eso le fue a Felipe II.
Felipe, que era desconfiado no, lo siguiente, dio carta libre a Pérez. Lo que estiméis oportuno. Pero que no se entere nadie.
Y así fue cómo el 31 de marzo de 1578, a Juan de Escobedo lo pusieron a criar malvas en la calle Almudena de Madrid, al ladito del Alcázar. Años después se desmontó la paja mental con la que Antonio Pérez le fue al rey y se largó de aquí con tal de no ganarse una estancia con todo pagado en las cárceles de su majestad. Incluso se echó en brazos de los ingleses a cambio de que lo protegieran de la ira de Felipe II.