Lo de la reencarnación de Shakespeare

Tal día como hoy de 1582, William Shakespeare y Anne Hathaway (sí, se llamaba como la actriz. Y estaba embarazada de tres meses) pagaron un impuesto de 40 libras esterlinas (dos veces lo que el colega ganaba en un año) para obtener una licencia de matrimonio.

Hathaway era una moza que vivía en un pueblo cercano al de William Shakespeare. Y ya sabes cómo son estas cosas: que si una feria, que si me gustas, que ven para acá, que a ver dónde vamos a ir, que la vamos a liar. Total, que la tal Hathaway, con 26 años, se presentó en el altar en forma de Kínder Sorpresa, mientras que William Shakespeare apenas tenía 18 —ponte en situación: siglo XVII. Ahora, a seguir leyendo—, por lo que la sospecha más gorda es que aquello fue una boda apañada/obligada/forzada por la familia de la novia. ¿Pruebas? Ninguna, pero recuerda: siglo XVII. Una mujer con aquella edad y soltera, asunto chungo.

Lo que traía el kínder, es decir, Anne, fue un niña llamada Susanna, que nació en febrero de 1583. Luego vendrían dos mellizos, a los que llamaron Hamnet y Judith. El primero murió a los 11 años. La segunda, como la hermana mayor, llegó a adulta, lo que para la época ya era un logro.
William y Anne se casaron, pero vivir, lo que se dice vivir juntos, vivieron poco, que Shakespeare lo hizo la mayor parte de su vida en Londres entre estrenos, su vida de literato y tal; y ella, en Stratford, pueblo natal del poeta; al que se largó William en cuanto dijo hasta aquí hemos llegado con esto del teatro, allá por 1613, para estar con su amor.

Sí, con su amor. Estaba enamorado de ella hasta las trancas.

Y para acabar, una muy buena: resulta que Anne Hathaway, la actriz, está casada con Adam Shulman. Ahora búscalo en Internet y dime a quién se parece.

¿A quién? ¿Eh?

Lo mejor de todo es que por la red de redes circula la teoría de que el mismísimo Shakespeare se ha reencarnado en Shulman para vivir con su amor sea cual sea la época.

Tal cual.

Todo se basa en la siguiente reflexión que dejó escrita William antes de cerrar sesión: “La vida es muy corta para amarte en una. Prometo buscarte en la otra vida”.

En fin. Pues eso.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *