Qué es “Hambre de gloria”

¿Qué es Hambre de gloria? ¿Una novela de personaje? ¿La historia de una campaña militar? ¿Una novela –una más- a mayor gloria del imperio? ¿Otra novela que narra la grandeza del imperio español? Como diría Jack -o Jacoba, que ese asunto no acaba de estar del todo claro-, vayamos por partes…

¿Novela de personaje? Más bien, de personas. Uno tiene querencia por la persona; y la del duque de Alba, qué queréis que os cuente, es de esas que no puedes rechazar. La persona, insisto; que va mucho más allá del personaje. Que a éste ya lo conocemos de sobra, pero no a la persona. Y más cuando, en el comienzo de la novela, estaba desterrado de la corte, con todo lo que eso suponía en aquellos tiempos: el apellido pisoteado, el honor mancillado… Como para no querer aprovechar la mínima ocasión para recuperar todo lo perdido. Y si hace falta dirigir un ejército con más de setenta palos de almanaque -los del siglo XVI- a cuestas, se dirige. Un duque de Alba que no oculta sus temores, que deja traslucir más de un miedo; que físicamente no está para demasiadas coplas. Cuando un día no es la gota otro no puede levantarse de la cama. Y en no pocas ocasiones tiene que ser llevado de un lado a otro en silla de manos. Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, tercer duque de Alba y tal.

¿Narra la grandeza del imperio español, enaltece su gloria? Basta con dejarse llevar por los personajes para ver lo que eran aquellos tiempos. Vividores, buscadores de fortuna, tipos que caían donde tenían que caer porque no les quedaba otra; o sí, era lo que buscaban y pretendía. Más alguna gloria de las letras universales que se deja caer por la novela para contar alguna historia de sus años mozos…; y una mujer con una ansias de venganza que te rilas. Como para interponerse en su camino.

Por último: ¿es la historia de una campaña militar? Pues algo hay de eso: Villaviciosa, Setúbal, Cascais, Lisboa… Un recorrido por los lugares en los que aquellos soldados batallaron para mayor gloria de un rey que ansiaba una corona como la portuguesa, y que no estaba dispuesto a que nadie -y menos un bastardo- le disputara ese derecho.

 

Servidor de ustedes delante del castillo/fortaleza de Villaviciosa.
Esto es lo que queda del convento de Santarém donde Antonio de Crato se autoproclamó como Antonio I, rey de Portugal.
Fortaleza de Cascais.
A mi espalda, Santiago de Outao. Anda que no hubo ensalada de tiros allí.
Sao Juliao da Barra. También hubo buena ensalada de tiros aquí.
Esta no hay que explicarla, ¿no? Por si acaso: la Torre de Belém.
Juro por lo más sagrado que, hasta hace un par de siglos, aquí hubo un puente que cruzaba un arroyo llamado Alcántara. Pues aquí, sí, es donde tuvo lugar la batalla.

Pues todo eso es Hambre de gloria.

A ver qué os parece.

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