En un lugar de lo que hoy se llama Comunidad de Madrid cuyo nombre sí recuerdo —Alcalá de Henares. Allí se le bautizó, aunque otras voces desperdiguen su lugar de nacimiento por toda La Mancha—, nació tal día como hoy de 1547 el sexto vástago del matrimonio compuesto por Rodrigo y Leonor; que, por el oficio del padre –cirujano barbero–, pasó su infancia peregrinando que si hoy aquí y mañana Dios sabe dónde
; que después de un asunto chungo en Madrid dio con sus huesos en Italia provisto de un certificado de cristiano viejo y alistado como soldado en la compañía de don Diego de Urbina; que a causa de tal ocupación participó en la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes ni esperan ver los venideros, zurrándose de lo lindo con el enemigo turco; que, como consecuencia de dicha ocasión, a la vuelta de darse lo que no está en los escritos con el infiel sufrió largo cautiverio en Argel del que fue liberado tras pagar unos frailes una alta cantidad de dinero –y eso sí que fue pasta–; que, de vuelta a España, y antes de casarse, le empezó a tomar gustillo a eso de emborronar cuartillas que ya hacía antes. Encima consiguió algún que otro éxito, pero sabía de sobra que no podía competir con autores de la época como un tal Lope, al que no podía ver ni en pintura, y que era dueño absoluto de la escena teatral de la ya Villa y Corte; que, ya casado, trabajó como comisario real de abastos para la Felicísima Armada –experiencia que le dio para algún que otro enfrentamiento, especialmente con la Iglesia– como recaudador de impuestos, ocupación que le regaló una estancia en el talego en Sevilla durante cinco meses por quebrar el banquero al que entregó importantes sumas de dinero; y que, sin tener donde caerse muerto, con una mano delante y otra detrás tras abandonar el presidio sevillano, se decidió a narrar las aventuras de un colega al que los libros de caballería le había dejado muy para allá. El paso de los siglos ha convertido sus aventuras en la obra más universal de las letras españolas y de las lenguas habidas y por haber. Pues esas, las escribió el tipo que nació tal día como hoy de 1547 y respondía al nombre de Miguel de Cervantes Saavedra.