Venga, que hoy traigo curvas buenas. Pero buenas, buenas. Hors catégorie, que dicen en mi pueblo.
La cosa va de una boda.
La novia está embarazada.
De tres meses
Y se llama Anne Hathaway. ¿Cómo la actriz? Sí, esa.
¿Y el novio? William Shakespeare.
¿Qué? ¿Cómo te quedas? ¿La colega se ha casado con un tipo que se llama igual que aquel inglés universal?
Pues no.
Él es él de verdad, o sea, William Shakespeare, y se casó con aquella Anne Hathaway tal que un 28 de noviembre de 1582. Lo juro por mi Aleti, que es de las cosas que más quiero en este mundo.
Te lo cuento.
Hathaway era una moza que vivía en un pueblo cercano al de William Shakespeare. Y ya sabes cómo son estas cosas: que si una feria, que si me gustas, que ven para acá, que a ver dónde vamos a ir, que la vamos a liar. Total, que la tal Hathaway, con 26 años, se presentó en el altar en forma de Kínder Sorpresa, mientras que William Shakespeare apenas tenía 18 —ponte en situación: siglo XVII. Ahora, a seguir leyendo—, por lo que la sospecha más gorda es que aquello fue una boda apañada/obligada/forzada por la familia de la novia; a la que casi se le había pasado el arroz —insisto: siglo XVII—. ¿Pruebas? Ninguna, pero recuerda: siglo XVII. Una mujer con aquella edad, y soltera, asunto chungo.
Lo que traía el kínder, es decir, Anne, fue un niña llamada Susanna, que nació en febrero de 1583. Luego vendrían dos mellizos, a los que llamaron Hamnet y Judith. El primero murió a los 11 años. La segunda, como la hermana mayor, llegó a adulta, lo que para la época ya era un logro.
William y Anne se casaron, pero vivir, lo que se dice vivir juntos, vivieron poco, que Shakespeare lo hizo la mayor parte de su vida en Londres entre estrenos, su vida de literato, y tal; y ella, en Stratford, pueblo natal del poeta; al que se largó William en cuanto dijo hasta aquí hemos llegado con esto del teatro, allá por 1613, para estar con su amor.
Sí, con su amor. Estaba enamorado de ella hasta las trancas.
Y para acabar, una muy buena: resulta que Anne Hathaway, la actriz, está casada con Adam Shulman. Ahora búscalo en Internet y dime a quién se parece.
¿A quién? ¿Eh?
Lo mejor de todo es que por la red de redes circula la teoría de que el mismísimo Shakespeare se ha reencarnado en Shulman para vivir con su amor sea cual sea la época.
Tal cual.
Todo se basa en la siguiente reflexión que dejó escrita William antes de palmarla: “La vida es muy corta para amarte en una. Prometo buscarte en la otra vida”.
En fin. Pues eso.