¡Vampiros en el Monasterio de Yuste! ¿A que tiene título de película buena de terror? No vamos a pedir a Christopher Lee —aunque por pedir…—, pero sí que la hubiera interpretado el inmenso Jacinto Molina —Paul Naschy para la eternidad—. Ahí, pegando un mordisco al emperador en el cuello. Ni mosquito Anopheles ni hostias. Una buena mordedura vampírica.
A ver, que se me va la cabeza. Resulta que en el Monasterio de Yuste existió una cueva habitada por murciélagos. Palabrita del niño Jesús. Y dos leyendas para explicar el porqué de su existencia. La primera dice que la cueva no era más que la puerta de entrada de un largo túnel que conducía a Jaraíz de la Vera —que ya os digo que largo debía de ser un rato—, hasta el Convento de la Magdalena. La segunda, más prosaica, que en aquel lugar los había a cascoporro; y también que tenían querencia por la sangre humana. De ahí el nombre de la cueva.
Como siempre, ahora viene la realidad a dejarnos con un palmo en las narices. Y sí, en esa cueva se tiene constancia desde mediados de los años ochenta del siglo pasado de una colonia reproductora del murciélago herradura. Ni Lee, ni Naschy, ni nada.
Lo mejor del asunto es que en todo el complejo del monasterio se tenían localizados cerca de 3.500 murciélagos de diversas especies. En concreto, 16 de las 23 que existen en Extremadura. Los había en las salas destinadas a las antiguas cocinas y también en la sala del claustro plateresco del monasterio. Así que, en 2003, alguien decidió reconocer el lugar como sitio de Interés Comunitario. Más tarde, los murciélagos fueron trasladados a otro lugar dentro de un proyecto de conservación natural, aunque de cuando en cuando alguno regresa a casa. Que para eso el monasterio lo es para ellos.
Y esto es lo que hay. Personalmente, me sigo quedando con esa imagen del emperador, que no estaba ya para muchas coplas, crucifijo en mano delante de un Paul Naschy con ganas de darse un buen atracón y el otro chillándole vade retro, Satanás. ¿O no mola más así?