Mülhberg: el lugar de la batalla

Fue a comienzos de diciembre de 2019. Alemania. O sea, con el grajo pegándose a gusto un vuelo rasante tras otro. Frío no, lo siguiente. Sobre las tres de la tarde; que allí, en invierno, anochece pronto. Viaje en autobús a Mühlberg gracias a la Red de Cooperación de las Rutas del Emperador Carlos V, y caminata hasta el lugar donde se levanta un monolito que recuerda lo que allí sucedió el 24 de abril de 1547. Básicamente, que el emperador Carlos V derrotó al ejército de Juan Federico de Sajonia, y resultó vencedor de una batalla que le dio gloria inmortal. Luego la cosa se torció —esa, para otra ocasión—, y se fue para el otro barrio antes de ver cómo acabó el asunto. Para sus ideas y lo que había defendido, malamente, tra tra.

Pues allí, como decía, estuve aquel día; en el lugar que tanto quería visitar, donde se produjo la famosa batalla de Mühlberg. Y sí, te lo imaginas todo: el despertar con el que Fernando Álvarez de Toledo, duque de Alba, obsequió a los pobres desgraciados que descansaban en la orilla contraria del río Elba; el amanecer nebuloso, con un sol que parecía tan rojo que anticipaba la cantidad de sangre derramada —a mansalva— con la que finalizaría la jornada; cómo aquella decena de soldados españoles, espada entre los dientes, tan valientes como insensatos, sin miedo a nada ni a nadie, se lanzaron a unas aguas más frías que una llamada de Hacienda para traer unas barcas con las que terminar de construir el puente propio y cruzar así el río; de qué manera la orilla contraria se fue llenando de cadáveres a medida que el fuego imperial ganaba en intensidad.

Todo eso imaginé allí, al pie del río Elba; caminando por aquella llanura en la que el río, esa tarde de diciembre de 2019, no era más que una corriente plateada en cuya superficie dejaba el sol impreso su rastro. Y gracias, porque —insisto— el frío era de narices.

Con todo aquel bagaje de ideas regresé a Madrid, y en el avión comencé a pergeñar una idea de lo que bien podría ser una novela que contara lo que ocurrió ese día.

Y esa novela se titula Mühlberg. Por si os apetece leerla.

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