La historia está llena de curiosidades, de recovecos que invitan a la risa una vez concluidos ciertos hechos que cimentan su andamiaje. El de hoy es de los que quedan sepultados por la misma historia, asfixiado por la suma de acontecimientos y circunstancias que adornaron el expediente del protagonista de hoy, Kim Philby. Posiblemente, el espía inglés que trabajaba para los soviéticos más famoso de la historia. Y la curiosidad a la que me refiero es que fue condecorado durante la Guerra Civil por Francisco Franco Bahamonde. Sí, Franco condecorando a un espía soviético. Muy de Cuerda —el gran José Luis, que en paz descanse—. Al lío.
Philby trabajó durante años para los servicios británicos de espionaje mientras, a la vez, pasaba todos los secretos que recababa a los soviéticos. Hasta que lo pescaron con las manos en masa. Eso ocurrió en 1951, pero hasta entonces cantó hasta La Traviata a los soviéticos.
La cosa comenzó a inicios de los años 30 del pasado siglo, cuando el NKVD —el antecesor de la KGB– pergeñó una estrategia a largo plazo para penetrar en los servicios secretos británicos. Para ello se fijó en un grupo de jóvenes intelectuales de Cambridge más rojos que un capote a quienes, con el tiempo, se les conocería como El círculo de Cambridge. Entre ellos, Philby; ideales para infiltrarse en dicho servicio secreto, el antecedente del no menos famoso MI6.
Claro que, al rebuscar en sus antecedentes –como debe ser—, los del servicio secreto se toparon con que Philby había participado en diversos actos pro comunistas, como un viaje a Viena para unirse a otros comunistas y socialistas en su oposición al régimen de Dollfluss. Luego llegó el tío Adolfo —Hitler, of course—, se anexionó Austria por sus santos cojones morenazos y a Dollfluss le puso a criar malvas. Philby logró salir a tiempo de aquel entuerto llevándose a su amante, una judía húngara y comunista, con la que se casó para que se beneficiara de su pasaporte británico. Y, claro, esto, a ojos de los del servicio secreto británico, como que cantaba más que Shakira.
¿Qué hizo el NKVD? Diseñarle un perfil nada sospechoso de ser comunista, y para eso le mandaron a España, donde ya estábamos dándonos de hostias hasta en el cielo de la boca, para que cubriera la guerra desde el bando nacional. En diciembre de 1937, en plena Batalla del Ebro, una bomba republicana se llevó por delante el coche en el que viajaba junto con otros corresponsales internacionales. La palmaron tres: el de AP, el de Reuters y el del Daily Telegraph. Philby salvó el pellejo. Entonces, a Franco le sugirieron que condecorara al periodista británico que había salido vivo de aquella escabechina. Paco, que nos tenemos que ganar el favor de la prensa internacional, que nos hagan un poco de caso, y tal. Y Franco condecoró a Philby.
Con esta hazaña en el currículum, los servicios secretos británicos ya se convencieron y le dijeron que para dentro, corazón. Y así estuvo, pasando información durante años a los soviéticos —y también de los americanos, ojo— hasta que, como dije, y tras caer varios compañeros antes que él, lo pescaron. A partir de entonces, volvió a ejercer como periodista en Oriente Medio y terminó huyendo a Moscú con los servicios secretos británicos pisándole los talones hasta su detención en 1963.
Y es lo que os tenía que contar hoy.