Inés, la del colmado, es el típico personaje que se revuelve en contra de su destino, que hace lo posible y lo imposible por tener un mayor protagonismo, por destacar. Inicialmente tenía previsto hacer de ella un personaje con poca relevancia en la trama; un simple accesorio para explicar la vida del inspector Gonzalo Suárez. Sin embargo, repito, ella misma se encargó de buscarse un mayor protagonismo para aparecer más veces en la novela. De simple chica que regentaba un colmado en el madrileño Paseo de Santa María de la Cabeza se convirtió en alguien que no se contenta con su suerte en la trama, que lucha por conseguir una mayor cuota de protagonismo. Lo mejor de esta pugna entre ella y un servidor es que, gracias a su perseverancia, la conocí más, supe más cosas de su vida, y entonces acepté su papel y también sus ganas de ser algo más que una pequeña mención. Como el resto de personajes de la novela —y la mayor parte de los que vivieron la época—, Inés fue una superviviente más con ganas de pelear por un futuro mejor, por hacer realidad sus sueños. Y ahora, cuando la novela está en vuestras manos, cuando me decís que es un personaje que os encanta, me guiña un ojo a modo de agradecimiento que le devuelvo. Se lo ganó a pulso.