El hombre es un animal de recias costumbres. Eso se dice. También que la cabra tira al monte, que es lo que mejor conoce.
Pues eso, que entre uno y otra tiro por la linde que conozco y regreso a eso de contar las cosas que ocurrieron tal que hoy en cualquier momento de la historia; de ese camino al que un día nos incorporamos, hace ya varios miles de años, y por el que andamos sin saber por cuánto tiempo más lo haremos. Capacidad para salir de él tenemos. Y en cuanto nos plazca. Sigamos, mientras, por la senda. Por ejemplo, para contar que tal que hoy hace cuarenta años se inauguró un servicio de vuelos simultáneos entre París y Londres a distintas ciudades -Río de Janeiro vía Senegal, desde la primera, y Bahrain desde la segunda- mediante un avión supersónico. Su velocidad de crucero alcanzaba los dos mil trescientos kilómetros por hora. Lo llamaron Concorde. En el año 2000 uno de dichos aparatos se estampó contra el suelo envuelto en llamas. Tres años después dejó de prestar servicio a las líneas aéreas francesas y británicas, las únicas que apostaron por él.
El día también nos deja la llegada a la Plaza de San Pedro de Roma de ciento cincuenta soldados suizos hoy hace quinientos diez años. Julio II, sumo pontífice del momento, solicitó a los estados Confederatis Superioris Allemanniae permiso para reclutar jóvenes con los que formar un cuerpo militar encargado de su protección. Nada más llegar bendijo a los ciento cincuenta recién llegados, que ahí siguen. Formando la Guardia Suiza. ¿Algún interesado? Ahí van los requisitos: ser ciudadanos suizos de fe católica con edad comprendida entre los diecinueve y treinta años, acreditar y poseer una reputación irreprochable, haber hecho el servicio militar en Suiza, ser célibes, medir al menos un metro cuarenta de estatura y contar con un certificado sobre las capacidades profesionales por parte de un instituto de nivel medio-superior.
Y finalizamos con una noticia que viene a demostrar que todos somos iguales ante lo que sea. La guillotina, mismamente. Al menos eso decidió la Asamblea Constituyente francesa hoy hace doscientos veintiséis años. Viendo que algunos se saltaban el cumplimiento de las penas por su condición social o estado, se recurrió al invento recién creado por el doctor Joseph Guillotin. Que, a su vez, se mostraba horrorizado por algunas ejecuciones dolorosas a las que tenía que asistir en condición de galeno. Su invento humanizó e igualó la muerte. Faltaría más.
Invento que probaría la instancia más alta del país, ni más ni menos que el rey, Luis XVI. Que tal día como hoy hace doscientos veintitrés años perdía la cabeza, tal cual, tras ser juzgado y acusado de una larga serie de crímenes contra el pueblo francés, además de traición. La regia cabeza no fue muy lejos. Quedó al lado de su cuerpo decapitado ante la atenta mirada del ciudadano Luis Capeto, a quien le cupo la tarea de dar pasaporte al monarca.
Y otro que se largó de este valle de lágrimas tal que hoy pero hace noventa y dos años fue Vladimir Ilich Ulianov, primer presidente del Gobierno de la Unión Soviética. Lenin para los allegados y la historia.
Sed buenos y felices si podéis… U os dejan.