Noviembre, mes de castañas

Noviembre. Mes de castañas. Calentitas, crujientes, un manjar que saborear con calma. Hace años –y alguno más por aquí lo recuerda también- el día de Todos los Santos significaba salir al campo, asar carne y castañas para el postre. La calbotá, que lo llaman en mi tierra. ¿Qué tienen que ver las castañas con el día de hoy, dos de noviembre y festividad de Todos los Fieles Difuntos? Que es eso, una castaña. Pero de verdad.  Poco o nada reseñable que rascar. Si acaso, hechos anecdóticos, muy faranduleros. Punto. A saber: tal que hoy hace quince años llegaron los primeros inquilinos a la estación espacial internacional (ISS) que orbita alrededor de la Tierra a una altitud aproximada de trescientos sesenta kilómetros, y que completa un giro cada noventa y dos minutos; Ras Tafari Makonne e Itigue Menem fueron coronados como emperador y emperatriz del ancestral Imperio Etíope hoy hace noventa y dos años. El primero adoptaría el nombre de Haile Selassie I, que viene a significar “Poder de la Santísima Trinidad”, además de proclamarse Rey de Reyes y Señor de Señores. Mejor que Ras Tafari, desde luego, que no quedaba serio. Luego vendrían los italianos y le echarían del poder temporalmente; y la Asamblea Constituyente francesa aprobó la confiscación de todos los bienes de la Iglesia hoy hace doscientos treinta y tres años, que el Estado dividió en lotes para venderlos. Antes, decidió hacerse cargo de hospitales y escuelas.

¿Qué? ¿Castaña o no? Porque hito, lo que se dice hito, sólo se puede considerar la llamada Declaración de Balfour, presentada hoy hace ciento tres años por el tipo que dio nombre a la misma, Arthur James Balfour, secretario de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña. El objeto de dicha declaración era favorecer la creación de una nación para el pueblo judío en Palestina. Los árabes respondieron que verdes las habían segado –temían la creación de una patria judía que supusiera la dominación del pueblo palestino- y la cosa quedó ahí, estancada, hasta finalizar la Segunda Guerra Mundial. El resto es historia.

Nacimientos, hoy uno jugoso: el de María Antonia Josefa Joana de Habsburgo-Lorena, hija de Francisco José I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, y de la emperatriz María Teresa de Austria, en 1755. Con catorce años se casó con el delfín francés y futuro Luis XVI y pasó a ser conocida como María Antonieta. Libertina y derrochadora, supo influir en su marido a base de bien. El pueblo francés, que no era tonto y pasaba las de Caín, un día de 1789 se levantó en armas harto de todo y de todos, y cuatro años después pensó que para lo que le servía la cabeza a María Antonieta, mejor quitársela. Que fue lo que finalmente ocurrió.

 

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